La agresión muchas veces es parte del proceso de crecimiento de los niños, y pasan por fases en las que desafían y experimentan. Algunas veces, estos conflictos son frecuentes y generan problemas en la relación entre padres e hijos. Es entonces cuando hay que consultar al psicólogo, y la terapia suele ser conveniente antes de que las relaciones entre padres e hijos se complique.
La agresión se puede deber a muy diferentes causas: estrés escolar, conflictos entre los padres, divorcio, celos, dificultades en habilidades sociales, problemas con el profesor, retraso del lenguaje, trastornos del sueño o del desarrollo, TDA, hiperactividad, problemas de lectoescritura; incluso a respuestas irracionales del niño.
Las causas pueden ser múltiples y a veces difíciles de identificar por parte de los que rodean al niño. Pero si este estado se prolonga en el tiempo, los niños se pueden sentir infelices con ellos mismos, reducir su autoestima y bajar notablemente su rendimiento académico.
Es importante valorar dónde y a quién desobedece el niño, por ejemplo, hay niños que en casa mantienen una actitud desafiante y desobedecen continuamente a los padres, pero cuando van al colegio respetan y obedecen sin problemas.
Cómo puedes ayudar a un niño agresivo
Comprensión
Por ejemplo, cuando pidas que entre a almorzar u hacer alguna otra actividad dentro de casa y él te grite: “¡Ahora no!” y luego se ponga a llorar cuando lo obligues a entrar en la casa, intenta ponerte en su lugar. Abrázalo y asegúrale que entiendes lo difícil que es dejar a sus amigos, pero que el almuerzo ya está preparado.
Se trata de demostrarle que estás de su lado. Procura no enojarte (aunque los vecinos se quedan mirando el espectáculo). Sé amable pero firme y hazlo entrar en la casa cuando le toque hacerlo.
Límites
Los niños necesitan e incluso quieren límites. Establécelos y asegúrate de que tu hijo sabe cuáles son. Díselo con claridad: “No se pega. Si estás enojado, usa tus palabras para decir que quieres o cómo te podemos ayudar”, o “Recuerda, tienes que sujetarme de la mano en la calle”.
Si tu hijo pequeño tiene problemas a la hora de seguir las reglas, procura encontrar soluciones. Si le pega a alguien porque siente que no le haces caso, ayúdalo a identificar el momento adecuado pasa tiempo a solas con él. Si se levanta de la cama porque tiene miedo de la oscuridad, dale una linterna para que la tenga junto a su cama.
El buen comportamiento
En lugar de fijarte en el comportamiento de tu hijo únicamente cuando se porta mal, minimiza esto y procura señalar mejor, aquellas ocasiones en que actúa de manera apropiada. Un sencillo “Gracias por colgar tu abrigo” o “Me ayudas mucho cuando compartes tus juguetes con tu hermana pequeña”, todo esto lo motivará a repetir su buen comportamiento.
Y aunque es posible que te sientas a punto de darle una reprimenda verbal cuando su comportamiento no sea el más deseable, es más sano detenerse. Cuando un niño se porta mal, ya se siente mal. Hacerlo sentir peor solo provoca más comportamiento negativo. Mantén la calma y sé un buen ejemplo para él.
10 claves para ayudar a niños agresivos:
- Identificar a un niño agresivo es el primer paso para solucionar el problema. Es importante detectar cuando esta actitud puede suponer un problema, a la larga es el primer paso para corregir a un pequeño que no obedece.
- Poner normas que sean claras a aquellos niños agresivos, además de dejar también muy claro las consecuencias de ese comportamiento.
- Al establecer límites de esta forma fijas una barrera entre lo que se debe hacer y lo que no.
- Motivar al niño agresivo es fundamental para desarrollar actitudes colaborativas y motivadoras. Darán mejor resultado que conductas agresivas.
- Dejar que se tranquilice, si está con un berrinche. Es mejor esperar a que pase el enojo y no entrar en una conformación directa.
- No intentar razonar cuando desobedece, hacer esto solo lo confunde más e incrementa la posibilidad de salirse con la suya.
- No caer en sus provocaciones.
- Intentar no perder el control frente a los desafío. Una buena técnica es colocarse a la altura del niño, para que haya un contacto visual directo.
- Recurrir a las rutinas, tener un horario estable es esencial para corregir a un niño agresivo.
- Premiar los buenos comportamientos, los refuerzos positivos motivan a los niños agresivos y son fundamentales para que el niño repita comportamientos deseados.
Si ya has aplicado todas estas pautas con persistencia y tu hijo sigue mostrando un patrón de conducta desafiante, habrá que analizar más a fondo qué está ocurriendo. Puede ser que la conducta continuamente agresiva venga dada por una mala relación entre sus padres, conflictos familiares en el hogar, bullying en el colegio, etc.
En cualquiera de los casos debe ser tratado por un profesional lo más pronto posible.